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Eclecticismo, la variedad por bandera.

¿Te gusta arriesgar? ¿Crees que vestir tu vivienda con un solo estilo no va contigo? ¿Te arriesgarías para conseguir un resultado distinto? Sigue leyendo…

Hoy te presentamos el estilo ecléctico, un auténtico ejercicio de creatividad individual que te premiará con el diseño de un lugar único, de carácter personal y del que presumir sin complejos cuando tengas visitas.

Morfológicamente, ecléctico viene del griego y su significado gira en torno al hecho de escoger. Cuando lo etiquetamos como un estilo, hace mención a la intención de mezclar piezas y otros objetos de diferentes estilos para crear una marca personal con la que dotar a un espacio concreto de un sello distintivo. Históricamente, este movimiento tomó mucha importancia en la época victoriana, a finales del siglo XIX y principios del XX, donde los artistas y los diseñadores optaron por seleccionar únicamente aquellas piezas que les interesaban para crear un ambiente exclusivo. El eclecticismo se incrementó con el renacimiento, el rococó francés del siglo XVIII, el estilo isabelino y el gótico.

La ausencia de reglas es la única regla de este estilo en el que es necesario nutrirse de diferentes estilos para componer una obra propia. Esta apuesta cuenta con varios riesgos como el hecho de que cada persona es distinta y tiene sus gustos por lo que puede resultar más fácil de lo que uno se imagina dañar alguna sensibilidad o no contar con la aprobación de los visitantes en general aunque ese no debe ser el objetivo. Importamos nosotros y lo que a nosotros nos parezca. La apuesta debe ser por una mezcla estimulante de estilos así como de colores y estampados que no dejen indiferente a nadie y provoquen una emoción en aquel que la observa. Por ejemplo, combinar tonos pasteles y muy vivos con otros más oscuros. A nivel más práctico, un recurso habitual en este estilo es mezclar los artículos artesanales, como cerámicas o pinturas populares ya que otro de los aspectos que definen este estilo reside en decorar la zona con objetos que fueron diseñados con un fin más práctico que no decorativo. En este sentido, las piezas pueden tener una relación grupal entre ellas que quizás se desentienda un poco con la sintonía general de la zona que se decora. Por ejemplo, combinar tres jarrones del mismo estilo otorga criterio a la elección, aunque no concuerde con el resto de elementos.

A pesar de que os hemos intentado inculcar en este artículo que no existen normas y que se da carta blanca al estilo y a la iniciativa personal, lo cierto es que existen unos límites, mínimos, pero existen. En este punto es muy importante tener el criterio para identificar cuando se está acertando y cuando la apuesta excede con creces aquello permitido. Al fin y al acabo se trata de que impere el sentido común en mitad del caos.

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